En la próxima Jornada Mundial de los Niños, la Iglesia quiere volver a prestar especial atención al mundo de la infancia y al entorno natural en el que los niños viven y crecen, es decir, la familia. Es importante poner en primer plano a los niños con sus familias, considerarlos dentro de esa rica red de relaciones que constituye su mundo: las relaciones con los padres, los hermanos, los abuelos, los familiares, los amigos. La Iglesia quiere valorar el mundo de la infancia y reforzar esos lazos que los niños aprecian mucho y que les dan alegría y seguridad.
La Iglesia también quiere transmitir un mensaje positivo a los niños, que, lamentablemente, desde pequeños están rodeados de muchos mensajes negativos. El Santo Padre León XIV vuelve a menudo en su enseñanza sobre la centralidad de Cristo, sobre el tema de la unidad, sobre el tema de la paz. Son tres perspectivas que pueden ayudar mucho a la Iglesia y a las familias a transmitir un mensaje positivo a los niños.
En primer lugar, la Iglesia y las familias tienen la misión de transmitir la fe a los niños, de darles a conocer la belleza de la amistad con Jesús, que les hace sentir amados y nunca solos.
También hay que mostrarles la alegría que proviene de la unidad: la unidad dentro de sus familias, la unidad con los otros niños que encuentran cada día, en la escuela y con todos los que viven a su lado, mientras que las divisiones solo generan tristeza, miedo e incertidumbre.
Y a los niños hay que mostrarles la belleza de la paz, la paz que se vive ante todo en sus familias, en los ambientes que frecuentan y en el mundo entero. Los niños comprenden bien el valor de la paz y sufren mucho cuando perciben tensiones y conflictos a su alrededor, entre sus padres o en el entorno que les rodea.
Esperamos, por tanto, que la próxima JMN sea una buena ocasión para que la Iglesia se muestre cercana a los niños y a sus familias, dándoles esperanza y alegría.